ANAHEIM HILLS, California, EE.UU. -- Antes de salir a trabajar, Vladimir Guerrero llena varios envases con un plato típico de la cocina dominicana: arroz con pollo y habichuelas.
Varios compañeros hambrientos lo esperan en el estadio de los Angelinos. Poco después de que desempaca la comida, John Lackey se sirve arroz con habichuelas, mientras Ervin Santana se llena el plato hasta que no queda espacio.
El talento de Altagracia Alvino no es ningún secreto en el camerino de los Angelinos y en muchos otros alrededor de las Grandes Ligas: la madre de Guerrero sabe cocinar muy bien.
"Es la mejor", dijo el intermedista de los Yanquis de Nueva York y compatriota dominicano de Guerrero, Robinson Canó. Canó recibe un plato de la comida de Alvino con su nombre escrito cada vez que los Yanquis visitan a los Angelinos.
"Desde que firmé en el 2005 he estado recibiendo de su comida. Deliciosa", agregó.
Guerrero, quien está en la lista de lesionados de 15 días con una lesión en la rodilla derecha, empezó a llevar sobras al camerino para sus compañeros cuando llegó a las mayores en 1997 con Montreal.
La tradición continuó cuando fichó con los Angelinos en el 2004, y poco después fueron más que sobras.
Mientras el jardinero duerme hasta el mediodía cuando tiene partidos, su madre se levanta a las 7 a.m. para empezar a cocinar.
Guerrero come antes de irse, luego empaca el resto para llevarlo al estadio.
La mujer cocina las habichuelas en una olla grande, y luego prepara el arroz y la carne en un caldero de hierro.
"No es que me encante hacerlo", dijo la mujer a la AP. "Pero somos muchos, y prefiero darles de comer yo a que lo haga otra persona".
Hay muchas bocas para alimentar. Guerrero tiene seis hijos y usualmente recibe la visita de sus sobrinos y sobrinas. En esta ocasión, los hijos de su hermano Wilton están en la ciudad con su madre.
Alvino utiliza cerca de unas 50 libras de arroz en una semana cuando los Angelinos están en Los Angeles.
Todos sus platos llevan sofrito y orégano dominicano, el único que utiliza. La carne la mantiene sazonada y congelada, lista para cocinar.
"El pollo es el favorito de Vladi", comentó Alvino. "Le encanta el arroz con pollo y habichuelas, y también le gusta cocinar, pero no tiene que hacerlo. Cuando se levanta yo ya terminé".
En una ciudad con muchos atractivos turísticos, Guerrero no sale mucho de su casa, y prefiere jugar dominós con sus familiares.
Y un poco de comida casera también ayuda.
Alvino comenzó a cocinar para su hijo porque al toletero no le gustaba la comida que sirven en el camerino antes de los partidos. Ella no quería que él jugara con el estómago vacío, y siempre se preocupaba sobre su adaptación a la vida en Montreal. Así que se mudó con su hijo en 1997 y desde entonces viven juntos.
"Cuando era pequeño yo comía mucho, pero ya no tanto", recordó Guerrero.
Alvino vive con su hijo hasta que expira su visa, y luego regresa a la República Dominicana a la casa que Guerrero le compró, usualmente después que termina la temporada de las mayores.
A Guerrero le agrada tener a su madre cerca.
"Me siento cómodo con ella", dijo Guerrero. "Es agradable llegar a casa y verla después de un largo viaje. Me hace sentir en casa".
Usualmente, los peloteros latinoamericanos son los que piden la comida de Alvino. Pero en el camerino de los Angelinos, los estadounidenses son los que más la comen.
"Vladi me dijo que tengo que hacer más porque ellos (los estadounidenses) son los primeros que se sirven", relató Alvino. "Eso me sorprendió un poco, pero simplemente le puse más comida en sus envases. Me hace sentir bien sobre mi comida".
Varios compañeros hambrientos lo esperan en el estadio de los Angelinos. Poco después de que desempaca la comida, John Lackey se sirve arroz con habichuelas, mientras Ervin Santana se llena el plato hasta que no queda espacio.
El talento de Altagracia Alvino no es ningún secreto en el camerino de los Angelinos y en muchos otros alrededor de las Grandes Ligas: la madre de Guerrero sabe cocinar muy bien.
"Es la mejor", dijo el intermedista de los Yanquis de Nueva York y compatriota dominicano de Guerrero, Robinson Canó. Canó recibe un plato de la comida de Alvino con su nombre escrito cada vez que los Yanquis visitan a los Angelinos.
"Desde que firmé en el 2005 he estado recibiendo de su comida. Deliciosa", agregó.
Guerrero, quien está en la lista de lesionados de 15 días con una lesión en la rodilla derecha, empezó a llevar sobras al camerino para sus compañeros cuando llegó a las mayores en 1997 con Montreal.
La tradición continuó cuando fichó con los Angelinos en el 2004, y poco después fueron más que sobras.
Mientras el jardinero duerme hasta el mediodía cuando tiene partidos, su madre se levanta a las 7 a.m. para empezar a cocinar.
Guerrero come antes de irse, luego empaca el resto para llevarlo al estadio.
La mujer cocina las habichuelas en una olla grande, y luego prepara el arroz y la carne en un caldero de hierro.
"No es que me encante hacerlo", dijo la mujer a la AP. "Pero somos muchos, y prefiero darles de comer yo a que lo haga otra persona".
Hay muchas bocas para alimentar. Guerrero tiene seis hijos y usualmente recibe la visita de sus sobrinos y sobrinas. En esta ocasión, los hijos de su hermano Wilton están en la ciudad con su madre.
Alvino utiliza cerca de unas 50 libras de arroz en una semana cuando los Angelinos están en Los Angeles.
Todos sus platos llevan sofrito y orégano dominicano, el único que utiliza. La carne la mantiene sazonada y congelada, lista para cocinar.
"El pollo es el favorito de Vladi", comentó Alvino. "Le encanta el arroz con pollo y habichuelas, y también le gusta cocinar, pero no tiene que hacerlo. Cuando se levanta yo ya terminé".
En una ciudad con muchos atractivos turísticos, Guerrero no sale mucho de su casa, y prefiere jugar dominós con sus familiares.
Y un poco de comida casera también ayuda.
Alvino comenzó a cocinar para su hijo porque al toletero no le gustaba la comida que sirven en el camerino antes de los partidos. Ella no quería que él jugara con el estómago vacío, y siempre se preocupaba sobre su adaptación a la vida en Montreal. Así que se mudó con su hijo en 1997 y desde entonces viven juntos.
"Cuando era pequeño yo comía mucho, pero ya no tanto", recordó Guerrero.
Alvino vive con su hijo hasta que expira su visa, y luego regresa a la República Dominicana a la casa que Guerrero le compró, usualmente después que termina la temporada de las mayores.
A Guerrero le agrada tener a su madre cerca.
"Me siento cómodo con ella", dijo Guerrero. "Es agradable llegar a casa y verla después de un largo viaje. Me hace sentir en casa".
Usualmente, los peloteros latinoamericanos son los que piden la comida de Alvino. Pero en el camerino de los Angelinos, los estadounidenses son los que más la comen.
"Vladi me dijo que tengo que hacer más porque ellos (los estadounidenses) son los primeros que se sirven", relató Alvino. "Eso me sorprendió un poco, pero simplemente le puse más comida en sus envases. Me hace sentir bien sobre mi comida".