NUEVA YORK -- Aroldis Chapman luce impecable vestido con un traje gris y corbata celeste. Habla pausado, pero denota una convicción sobre lo que quiere en las Grandes Ligas.
¿Y qué busca este zurdo cubano de 21 años con una recta que supera las 100 millas por hora?
Pues un contrato jugoso, que quizás oscile o supere a los que firmaron Daisuke Matsuzaka y José Ariel Contreras.
Para tener un idea, Boston contrató a Matsuzaka por 103 millones de dólares y seis años en 2006. Contreras, un compatriota suyo, firmó con los Yanquis por el orden de los 32 millones y cuatro años en 2002.
La demanda por lanzadores es inmensa. Podría decirse que John Lackey es el brazo más atractivo de la actual oferta de agentes libres. Si alguien tiene madera de as, que no quepa la menor que los equipos con más recursos no vacilarán en sacar sus chequeras.
Entonces no sorprende que nuevamente los Medias Rojas y Nueva York se enfrasquen en una danza de millones por un pitcher. Los Mets, el otro equipo de Nueva York, también ha asomado su nariz.
La cuestión gira en torno a si Chapman lo vale al considerar diversos factores que van desde la adaptación de encontrarse que en las mayores un abridor lanza el doble de innings que en Cuba hasta lo imperioso que es tener un repertorio completo.
Pese a que ha estado sin lanzar en forma competitiva desde que desertó en Holanda el 1 de julio, Chapman siente que está listo ganarse una plaza en el roster principal del equipo en el cual terminé poniéndose un uniforme.
"Sí. Yo pienso estar en las Grandes Ligas el 2010", afirmó Chapman con tono enfático durante una entrevista con The Associated Press.
Se trata de la actitud sin miedo que lo ha caracterizado desde debutó a los 18 años con Holguín en la serie cubana.
Chapman piensa en fechas fijadas en el calendario, como la apertura de los campos de entrenamiento el 18 de febrero y el arranque de la próxima temporada regular el 4 de abril.
Tampoco le pondría peros a la posibilidad que un club decida llevarlo lento para pulirlo al decidir que inicie en las menores.
"Si quieren que tenga que prepararme en las menores, pienso que no puedo hacer nada. Es lo que haré, prepararme y demostrar que sí puedo jugar en Grandes Ligas", declaró Chapman, quien hasta los 15 años jugaba como primera base hasta que un coach de pitcheo le dijo que su talento estaba en la lomita.
Hasta ahora, Chapman ha seguido el libreto para conseguir su objetivo.
Para ello va de la mano de su agente Edwin Mejía, un abogado de origen dominicano que a sus 33 años maneja una naciente firma de representación deportiva.
"Es la clase de jugador que se ve cada 40 años", dijo Mejía.
Cuando se habla de una deserción, lo primero que se cruza por la mente es que fue un episodio dramático y lleno de intriga.
Pero el relato de Chapman sobre su fuga es muy sencillo. Tras llegar a Rotterdam para un torneo, inmediatamente contactó por teléfono a un amigo no identificado y al rato caminó por el vestíbulo del hotel Domina y se marchó en un automóvil.
"Solamente estuve como una hora en el hotel pensando lo que iba a hacer. Tomé la decisión y salí del hotel y me monté en el coche", dijo. "Sabía que iba a dar un paso muy duro para mí, dejando mi familia atrás, mis amigos, tenía el miedo si me podía coger la seguridad cubana".
El plan de desertar se había fraguado desde hace varios meses, de hecho en 2008 había intentado hacerlo infructuosamente lo que le costó ser marginado del equipo que fue a los Juegos Olímpicos de Beijing.
Lo que no contempló nunca fue fugarse en el Clásico Mundial del pasado marzo.
"Cuando estaba en el Clásico no pensé en eso. Había pensado en irme ante, lo que no hice fue hacerlo en el Clásico", indicó sobre un torneo que era el escaparate para exhibir sus virtudes.
Temeroso de que alguien divulgara algo, Chapman ocultó sus intenciones hasta su familia, dejando en la isla a sus padres y dos hermanas. Tampoco lo supo su novia Raidelmis Mendosa Santiestelas, quien días antes del viaje a Holanda, dio a luz a su hija, Ashanti Brianna, una bebé que nunca ha visto.
"No se le comenté a nadie, no quería que nadie estuviera preocupado", contó.
A Chapman se le facilitaron las cosas porque al fugarse cargaba con su pasaporte, lo que aceleró el proceso de convalidar su identidad y edad. Tras viajar a España, Mejía decidió que el mejor sitio para que su cliente estableciera una residencia era Andorra, el pequeño principado enclavado en los Pirineos. Eso fue lo que le abrió las puertas a ser agente libre y no tener que pasar por el 'draft' de jugadores amateur.
Ahora reside en Westchester County, en los suburbios al norte de Nueva York, mientras recibe los llamados de los equipos interesados en sus servicios.
Ya pudo vivir la experiencia de presenciar un juego de Grandes Ligas cuando fue al Yankee Stadium para el sexto juego de la serie de campeonato de la Liga Americana.
"Me puse a analizar sobre el tipo lanzamiento que tenía que hacerle a un bateador en una determinada situación y cosas así", relató.
Chapman es más conocido por sus dos apariciones en el Clásico, una buena contra Australia y una mala ante Japón. Su desempeño no fue la gran cosa en cuanto a estadísticas, pero el radar pescó la velocidad de su recta.
Asevera que no depende exclusivamente de la recta, al asegurar que domina la curva, el slider, el cambio y hasta un splitter.
"Debo mejorar un poquito en el control, pero no tengo que mejorar mucho en los demás pitcheos. Tengo buen repertorio para pitchear en Grandes Ligas, sin problemas", dijo. "Mi mejor lanzamiento es la recta. Es el más difícil para los bateadores conectar. En mi caso tiene poco tiempo para reaccionar".
Cuando le preguntaron que identificara a un pitcher que se asemejaba a su estilo, Chapman no mencionó a coterráneos contemporáneos como Orlando Hernández y Contreras. A quien señaló fue a Randy Johnson, el gigante zurdo de más de dos metros de altura. ¿Acaso seguirá los pasos de un ganador de 300 juegos? El cubano mide 1,95 y confianza no le falta.